martes, 14 de agosto de 2012

Los bostezos de Paco…


Conocí a Paco Siñeriz por motivos de trabajo. Telefónicamente concertamos una cita para comer y así tratar un asunto comercial. Nada más presentarnos en el restaurante (sólo habíamos hablado telefónicamente), Paco emitió un bostezo grande y sonoro que apaciguó tapándose la boca. Después de ordenar el menú al camarero, comentaba yo mis ideas sobre el proyecto de trabajo cuando mi oyente, por tercera vez, emitió un contundente bostezo, y fue en ese  momento cuando empecé a preguntarme y responderme mentalmente… este tipo se habrá corrido una juerga brutal y vino a la entrevista sin pegar ojo, o no entiende nada de lo que le digo, o no le interesa un comino mis propuestas…

Durante la comida Paco siguió en su trece… y ya había llamado la atención de casi todos los comensales a nuestro alrededor. En otra furibunda apertura de mandíbulas, cual hipopótamo de La sabana, logré divisar en su boca algún trozo de carne a medias de masticar y también algún premolar con necesidad de pasar urgentemente por las manos de un profesional odontólogo.
Por un momento tuve miedo, ya que pensé que en una de esas aperturas de boca increíbles, Paco se dislocaría los huesos de la quijada.
Sentí rabia e impotencia cuando me vi irremediablemente contagiado en la acción incontrolada de abrir la boca, para realizar una inspiración profunda a la que sigue una espiración de algo menos de lo inhalado…
También tuve la tentación de cronometrar sus bostezos y deducir su frecuencia e intervalo en un espacio de tiempo.

Ya podía imaginarme, con todo lujo de detalles, a Paco la noche anterior en la verbena de cualquier pueblo en fiestas (en estas fechas muchos pueblos de toda la geografía española celebran con luz y sonido sus fiestas patronales). Lo “veía” claramente delante de la orquesta, sosteniendo un cubata, moviéndose torpemente al ritmo de la música y sobre todo embelezado con la cantante de la orquesta.
Llegamos a los postres y mi curiosidad e incredulidad (más o menos a partes iguales), estaban casi al límite. Pedí la cuenta y pagué en el mismo acto. Salimos del comedor sin esperar el cambio. Nos despedimos sin concretar negocio o futuro encuentro.
Todavía aturdido por esta singular reunión  de trabajo empecé a caminar sin rumbo…
Me siento cansado. Tengo ganas de bostezar.
No puede ser!!!
Uuaaaaahhh…

M.

No hay comentarios:

Publicar un comentario