Es media tarde de
viernes y estoy ocioso.
Franccesca me tiene
prohibido mirar la prensa a través de Internet, porque dice que me pongo
tremendista y después le lleno la cabeza con noticias catastrofistas de toda
índole.
El sol entra de
lleno por la ventana y caldea el ambiente de la habitación.
Me recreo un
momento mirando hacia el parque. Tengo la sensación de estar en un balcón
indiscreto y con vista privilegiada hacia los paseantes que pasan a escasos 30
metros de mi ventana.
Una señora pasea con
su perro, éste se detiene y ensucia. La señora procede a juntar su caca. Mi
sorpresa es mayúscula cuando en lugar de dejar la boñiga de su mascota en
alguna de las múltiples papeleras que hay en el lugar, se dirige a la
barandilla trasera del parque y tira el “regalito” al cauce del río. Siento
ganas de gritarle cualquier barbaridad a través de la ventana, pero la silueta
alargada de una preciosa mujer subida a unos tacones altísimos y que viste un
vestido minúsculo me distrae definitivamente.
Vuelvo al ordenador. Tecleo google en mi explorador e intento centrarme en encontrar un buen libro para mis inminentes vacaciones. Los anuncios destacados dirigen mi atención a 50 sombras de Grey (Fifty Shades of Grey), la primera novela de una inglesa desconocida que está resultando todo un fenómeno literario.
Apenas un par de enlaces me llevan a los comentarios sobre el libro, de una columnista de un periódico de primera línea. Empiezo leyendo “anoche me dormí tardísimo porque no podía parar de correrme”… y claro, ya no pude detener la lectura. Una entrada de su blog me llevaba a la siguiente y así, hasta que tuve que parar, al comprobar que el estado de mi libido sobrepasada el nivel aconsejable para mantener la cordura…
Vuelvo al ordenador. Tecleo google en mi explorador e intento centrarme en encontrar un buen libro para mis inminentes vacaciones. Los anuncios destacados dirigen mi atención a 50 sombras de Grey (Fifty Shades of Grey), la primera novela de una inglesa desconocida que está resultando todo un fenómeno literario.
Apenas un par de enlaces me llevan a los comentarios sobre el libro, de una columnista de un periódico de primera línea. Empiezo leyendo “anoche me dormí tardísimo porque no podía parar de correrme”… y claro, ya no pude detener la lectura. Una entrada de su blog me llevaba a la siguiente y así, hasta que tuve que parar, al comprobar que el estado de mi libido sobrepasada el nivel aconsejable para mantener la cordura…
Desecho inmediatamente la búsqueda de bibliografía para las vacaciones, y me zambullo como un obseso en lo más amarillo de la prensa del día.
Después de varias pulsaciones del mouse de mi ordenador, ya voy notando que me baja la temperatura corporal, y hasta tengo la sensación ahora de que corre un poco de brisa por la habitación.
Definitivamente, no puedo estar ocioso en una tarde de verano tan
calurosa…
A
currar Mario!!! Que hay que levantar España…M.